NOTA: 9/10
Dentro de una comedia alegre y fresca, con un ritmo al trote que no permite el bostezo, como es habitual en Wilder, éste nos da una lección acerca de la doble moral de la sociedad americana de la época (Es curioso que la intachable moral de una congresista republicana, tan convencida de sus valores, sea tan minada por el amor, los sentimientos, la vida… Más curioso es el apellido de la gran actriz elegida: Arthur… da que pensar
). Incluso deja intuir que el capitán Pringle no es mejor que una ex-nazi cabaretera que vive de aprovecharse de los hombres… La inteligencia del guión, los numerosos guiños a una protesta que sólo unos pocos eran capaz de reflejar de un modo tan fino y, por supuesto, la batalla de papeles de dos grandes actrices (que no debió ser nada fácil, dado el escaso cariño que se profesaban mutuamente en la realidad), la convierte en un clásico que hay que ver.Grande Dietrich… La elegancia en la interpretación de esta mujer, la contundencia e intensidad de los gestos, la fuerza de esos grandes ojos siempre semicerrados llegan al culmen en una escena en el Lorelei (la mirada que Erika lanza al capitan y a la congresista, así como el acercamiento a su mesa mientras canta, puede ser el momento más intenso de la película, bordado por «la Dietrich», como no podía ser de otro modo
). Jean la acompaña a la perfección, pero Marlene es mucha Marlene